TEST DE DESEABILIDAD SOCIAL
La deseabilidad social es un concepto
vinculado al mundo experimental. Acuñado desde la psicología,
hace referencia a la necesidad del individuo que se somete a un experimento de
quedar bien con el experimentador, hacer lo que se supone que se espera que
haga, o favorecer en alguna manera a que se dé el resultado experimental que se
quiere.
Esta característica,
propia únicamente de los humanos, se puede salvar "engañando", en el
sentido más deontológico posible de la palabra, al sujeto
experimental. De tal suerte, se suele convocar al individuo para un fin que no
es precisamente la meta del experimento, o se les solicita ejecutar determinada
actividad cuando en verdad es otra inherente a ella el motivo de análisis. De
esta forma los sujetos se preocuparán, en todo caso, por favorecer la actividad
a la que creen que han sido convocados o solicitados, pero no a aquella que en
verdad está en curso, quedando así fuera de contaminación o manipulación el resultado
experimental.
Pero la deseabilidad
social no solo se da en los experimentos.
También ocurre cuando un sujeto responde a las cuestiones formuladas en los tests: el sujeto tiende a
aparecer como un héroe (¿Salvaría a un niño de un edificio en llamas?
Verdadero), como alguien inquebrantable (¿Le molesta que los demás se rían de
usted? Falso), etc.
Para ello, los tests
se encuentran baremados con escalas de sinceridad. De hecho, cabe
destacar, a modo de curiosidad, que los sujetos puntúan más intolerantes en
tests dexenofobia de lo que en la práctica diaria son en
verdad. Esto es, en tests escritos, el individuo pierde parte de su auténtica personalidad a la hora de imaginar su reacción
frente a las situaciones propuestas.
Este es, por otra
parte, un problema común en los tests: el hecho de poder responder únicamente
con una solución predeterminada y no poder complementarla con una opinión
subjetiva, lo cual reduce el margen de análisis del individuo.
Se decía antes que la
deseablidad social es una característica propia solo de los humanos. Es por
ello que la experimentación animal siempre da resultados en los que la
intención del sujeto se descarta: el animal no se preocupa por actuar de
determinada manera, no piensa qué se espera de él. De igual forma, los
experimentos con bebés hasta cierta edad son igual de limpios en este aspecto.
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